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Linfoma de Hodgkin

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Trasplante de células progenitoras hematopoyéticas autólogas

El trasplante de células madre es una técnica utilizada para tratar el linfoma de Hodgkin con dosis muy altas de quimioterapia, a fin de destruir la células cancerosas e introducir nuevas células madre (que pueden formar nuevas células sanguíneas) en el cuerpo.

Es un tratamiento difícil, pero relativamente seguro, y está reservado para los pacientes con linfoma de Hodgkin cuya enfermedad es progresiva o recurrente. 

Las células madre son células hematopoyéticas (formadoras de sangre) que habitualmente se encuentran en la médula ósea. Se pueden recolectar (y utilizar para un trasplante) del espacio de la médula ósea en el hueso de la cadera o, con más frecuencia, de la sangre. 

En primer lugar, las células madre de la médula ósea se "movilizan" hacia la sangre mediante el tratamiento de quimioterapia y con otro fármaco conocido como G-CSF. Después, las células madre se recolectan de la sangre, se congelan y se guardan. Posteriormente, el paciente recibe dosis muy altas de quimioterapia (en ocasiones, también con radioterapia) para tratar el linfoma de Hodgkin. Se utilizan dosis tan altas debido a que los pacientes que reciben este tratamiento padecen una enfermedad que ha demostrado ser resistente a dosis normales de quimioterapia (figura 5). Las dosis más altas de quimioterapia son más efectivas contra el linfoma de Hodgkin recurrente que las dosis estándar. 

Aunque la médula ósea del paciente puede haber quedado gravemente dañada por este tratamiento de quimioterapia de dosis altas, el paciente recibirá las células madre una vez finalizado el tratamiento, lo que restablecerá la producción de células sanguíneas. 

En la actualidad, este tipo de tratamiento es estándar para los pacientes con linfoma de Hodgkin progresivo o recurrente y no existe ninguna indicación reconocida para utilizarlo en pacientes recién diagnosticados.


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