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Cáncer de vejiga

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AUTOR: Dr. Juan Fco. Rodríguez Moreno 


(Nota: las palabras subrayadas están definidas en el glosario, al final)

La orina, producida por los riñones, viaja a través de dos conductos llamados uréteres hasta la vejiga, un órgano hueco cuya función es almacenar dicha orina y expulsarla al exterior a través de otro conducto que llamamos uretra.

La vejiga se encuentra situada en la parte inferior del abdomen en una zona denominada pelvis. En el caso de la mujer se localiza justo por delante de la vagina y en íntimo contacto con ella; y en el caso del hombre guarda una estrecha relación con la glándula prostática, la cual abraza el segmento más inicial de la uretra.
 
La pared de la vejiga está dividida en distintas capas. La más interna, en contacto con la orina, es la mucosa revestida del epitelio urotelial o de transición. A continuación se encuentra el músculo detrusor de la vejiga, cuya contracción exprime toda la orina hacia el exterior durante la micción. La última capa y más superficial es la serosa, por donde llegan los vasos sanguíneos y nervios hacia la vejiga.
 
El cáncer de vejiga es un tumor mucho más frecuente de lo que a veces nos transmiten las estadísticas o los medios de comunicación. Ocupa el noveno lugar en cuanto al número de diagnósticos de cáncer a nivel mundial.
 
La media de edad al diagnóstico se encuentra en torno a los 70 años. Curiosamente existen diferencias geográficas marcadas, siendo los tumores de la vía urinaria mucho más frecuentes en el oeste europeo (incluida España) y América del Norte, que en Asia o Europa del este.
 
La mayoría de estos tumores se diagnostican en fases precoces de desarrollo y se pueden curar con cirugías más o menos extensas. Sin embargo, cuando el tumor está más avanzado, la curación puede ser difícil o imposible y los objetivos del tratamiento cambian hacia prolongar la supervivencia y mejorar la calidad de vida del enfermo.

Factores de riesgo, prevención y técnicas de diagnóstico precoz

La principal causa conocida del cáncer de vejiga es el tabaco, al que se atribuyen en torno al 50% de todos los casos diagnosticados. El tabaco no sólo afecta nuestra vía respiratoria a través del humo. Múltiples productos carcinógenos contenidos en los cigarrillos son absorbidos y eliminados por la orina afectando en gran medida a las células de la pared de nuestra vía urinaria. 
 
Algunos estudios defienden la relación entre la infección por HPV (virus del papiloma humano) y el cáncer de vejiga. Se estima que hasta un 17% de estos tumores podrían deberse en parte al hecho de ser portador de serotipos del HPV de alto riesgo.
 
Existen otros factores de riesgo, pero la mayoría de ellos no son habituales en nuestro medio. Entre estos factores se incluye la exposición a algunas sustancias químicas de uso industrial (ciertos metales, tintes y gomas); la exposición a fármacos como la ciclofosfamida, o la esquistosomiasis, una infección producida por un parásito que suele encontrarse en África y ciertas regiones de América Latina.  
 

El riesgo de desarrollar cáncer de vejiga es ligeramente superior en los familiares de primer grado de pacientes con cáncer de vejiga, especialmente en familiares diagnosticados antes de los 60 años. Existe una relación entre el Síndrome de Lynch (Cáncer colorrectal hereditario no polipósico) y el desarrollo de tumores del tracto urinario superior. Sin embargo no se ha descrito una alteración genética concreta que predisponga específicamente al cáncer de vejiga.

La mejor manera de prevenir el cáncer de vejiga es evitar el consumo de tabaco, dado que como hemos comentado es el factor de riesgo más importante para desarrollar la enfermedad.

No se realizan estudios de forma rutinaria en personas sanas para diagnosticar el cáncer de vejiga de forma precoz porque no existe evidencia de que esto sea realmente beneficioso. Sin embargo, en pacientes que han tenido un tumor de vejiga previamente, se pueden realizar durante el seguimiento análisis de orina para detectar la reaparición de la enfermedad. Bien mediante un test denominado citología de orina (Estudio de las células presentes en la orina); o utilizando nuevos test que analizan características moleculares de las células presentes en la orina. Su médico puede informarle de la conveniencia de realizar estas pruebas.

Prevención y técnicas de diagnóstico precoz

La mejor manera de prevenir el cáncer de vejiga es evitar el consumo de tabaco, dado que como hemos comentado es el factor de riesgo más importante para desarrollar la enfermedad.
 

No se realizan estudios de forma rutinaria en personas sanas para diagnosticar el cáncer de vejiga de forma precoz porque no existe evidencia de que esto sea realmente beneficioso. Sin embargo, en pacientes que han tenido un tumor de vejiga previamente, se pueden realizar durante el seguimiento análisis de orina para detectar la reaparición de la enfermedad. Bien mediante un test denominado citología de orina (Estudio de las células presentes en la orina); o utilizando nuevos test que analizan características moleculares de las células presentes en la orina. Su médico puede informarle de la conveniencia de realizar estas pruebas.

 
Tipos histológicos.
 
Los tipos histológicos son las distintas clases de tumores que se pueden desarrollar en un órgano, determinadas en función de las características microscópicas del tumor.
 
En el caso de los tumores de vejiga el principal tipo histológico es el carcinoma urotelial, cuyas células derivan de la mucosa que recubre por dentro a la vejiga (epitelio transicional o urotelio). Al igual que en otros órganos, pueden aparecer tumores derivados de muchas otras células, incluyendo el carcinoma escamoso (que se forma sobre células planas que aparecen en la vejiga cuando hay irritación de la misma), el adenocarcinoma (tumores que se forman a partir de glándulas), los carcinomas de células pequeñas y otros todavía menos frecuentes. En este documento nos referiremos a los tumores uroteliales, por ser con mucha diferencia los más comunes.
 
Los tumores derivados de la vía urinaria superior (uréter y pelvis renal) también suelen ser uroteliales. Son similares en su comportamiento biológico al cáncer de vejiga y su manejo, salvo aspectos técnicos concretos, comparte muchos aspectos.

 

Signos, síntomas y otras generalidades

Signos y síntomas al diagnóstico
 
El síntoma princeps para sospechar un cáncer de vejiga es la aparición de sangre en la orina (hematuria) sin dolor asociado durante la micción. La aparición de sangre en la orina puede detectarse a simple vista (hematuria macroscópica) o en un análisis de orina. Aunque existen varios procesos no tumorales por los que puede aparecer sangre en la orina, incluyendo los cálculos en la vía urinaria y las infecciones de orina, la hematuria es un síntoma importante por el que siempre se debe consultar con un médico.
 
Los tumores de vejiga también pueden dar como síntomas molestias urinarias, incluyendo necesidad de orinar con más frecuencia y en poca cantidad, dolor o escozor al orinar, o ganas de orinar justo después de acabar de hacerlo; y todo ello sin necesidad de provocar hematuria asociada.
 
Cuando existen metástasis en otros órganos éstas pueden producir síntomas muy variados, dependiendo de su localización. Los sitios más frecuentes en los que aparecen metástasis del cáncer de vejiga son los huesos y el pulmón, aunque también pueden aparecer en el hígado, cerebro y casi cualquier órgano.

Estudios diagnósticos

Cuando se sospecha un cáncer de vejiga, además de preguntar por los síntomas y explorar al paciente, deben realizarse ciertas pruebas complementarias para confirmarlo y para determinar el subtipo tumoral y el estadio de la enfermedad (ver apartado Estadios).
 
-       Analítica general de sangre: es especialmente importante controlar la función del riñón, porque en los pacientes con cáncer de vejiga con frecuencia está alterada. La función del riñón se determina con una prueba analítica llamada creatinina. Además, la hematuria puede generar anemia u otras alteraciones que también serán visibles en este examen.  
 
-      Analítica de orina: la presencia de células uroteliales malignas en la orina detectadas mediante un estudio citológico confirma el diagnóstico. Sin embargo, la citología de orina no es muy sensible, y suele haber enfermos con cáncer de vejiga sin alteraciones destacables en su analítica de orina.   
 
-      Ecografía abdominal y de la vía urinaria: permite observar con detalle los riñones, uréteres y la vejiga siempre que se encuentren llenos de orina. Es una prueba no invasiva e inocua para el paciente que en muchos casos es capaz de detectar los tumores vesicales, y evaluar su alcance sobre la vía urinaria o el resto de órganos abdominales.
 
-      Cistoscopia: la cistoscopia es el método “gold estándar” para el diagnóstico y estadificación local del cáncer de vejiga. Consiste en introducir en la vejiga a través de la uretra un tubo flexible equipado con una pequeña cámara de vídeo. Esto nos permite observar el interior de la vejiga, e incluso se pueden realizar algunas intervenciones, como quitar pólipos, tomar biopsias, etc. Se puede realizar en la consulta, sin necesidad de anestesia general aunque si se prevé una manipulación importante de la vejiga suele hacerse en quirófano.
 
-    Tomografía axial computerizada (TAC) del tórax y/o resonancia nuclear magnética (RNM) del abdomen y de la pelvis: suele realizarse especialmente si existe sospecha de que el tumor haya avanzado hasta capas más profundas de la vejiga. Estos estudios permiten determinar el estadio tumoral.
 
Además pueden realizarse en algunos casos:
 
-       TAC o RNM cerebral: si se sospecha la existencia de metástasis cerebrales.
 
-       Gammagrafía ósea: si pueden existir metástasis óseas.
 
-     Resección transuretral (RTU): consiste en una operación para poder observar el interior de la vejiga y realizar resecciones con más profundidad que la cistoscopia. Es una intervención que requiere anestesia pero también se lleva a cabo a través de la uretra y supone una mínima agresión para el paciente
 

Estadios

En general todos los tumores se clasifican en varios estadios (en función de parámetros como su tamaño, órganos afectos, diseminación a distancia, etc.) que tendrán una evolución diferente y requerirán tratamientos distintos. En el caso del cáncer de vejiga la clasificación más empleada es el sistema TNM, que valora la extensión del propio tumor (T, tumor primario), los ganglios linfáticos (N, del inglés nodes o ganglios) y la presencia de metástasis (M). De forma sencilla, se distinguen los siguientes estadios:
 
-   Estadio 0: son tumores no invasivos.
 
-    Estadio I: el tumor invade la capa más superficial de la vejiga, pero no invade el músculo.
 
-    Estadio II: el tumor invade el músculo de la vejiga. Este hecho implica una posibilidad mayor de que se extienda a otras partes del cuerpo, produciendo metástasis.
 
-    Estadio III: el tumor invade el tejido que rodea a la vejiga o invade órganos vecinos como la próstata, el útero o la vagina.
 
-  Estadio IV: el tumor invade la pared de la propia pelvis o del abdomen; o afecta a los ganglios linfáticos; o presenta metástasis a distancia en otros órganos del cuerpo.
 
A continuación se presenta el sistema completo de clasificación por estadios de los tumores de vejiga. Se emplea asignando a cada caso una clasificación en función de las características del tumor primario (T, tabla 1), de los ganglios linfáticos (N, tabla 2) y de la presencia o no de metástasis (M, tabla 3). Con estos tres factores, cada tumor se clasifica por estadios según los criterios expresados en la última tabla (agrupación por estadios, tabla 4):         
 
- Tabla 1: Tumor primario (La T de cada tumor sólo se puede determinar tras una cistoscopia y/o RTU)
 
TX
El tumor primario no puede ser valorado
T0
No hay evidencia de tumor primario
Tis
Carcinoma in situ: es un tipo de tumor no invasivo
Ta
Carcinoma papilar: otro tipo de tumor no invasivo
T1
El tumor invade el tejido conectivo subepitelial: uno de los tejidos más superficiales de la vejiga
T2
El tumor invade el músculo de la vejiga
T3
El tumor invade el tejido que rodea a la vejiga
T4
El tumor invade próstata, uretra, vagina, pared pélvica o pared abdominal
   T4a
El tumor invade próstata, útero o vagina
   T4b
El tumor invade pared pélvica o pared abdominal
 
- Tabla 2: Ganglios linfáticos
 
NX
Los ganglios linfáticos no se pueden valorar
N0
No hay afectación de ganglios linfáticos
N1
Metástasis en un solo ganglio linfático, dentro de la pelvis
N2
Metástasis en varios ganglios (>1) regionales dentro de la pelvis
N3
Metástasis en ganglios linfáticos iliacos comunes
 
- Tabla 3: Metástasis a distancia
 
MX
La presencia de metástasis a distancia no puede valorarse
M0
No hay metástasis a distancia
M1
 
M1a
 
 
M1b

Hay metástasis a distancia

Metástasis ganglionares más allá de las iliacas comunes

Metástasis a distancia fuera del sistema linfático

 
Tabla 4: Agrupación por estadios TNM
 

Estadio 0

Ta, Tis

N0

M0

Estadio I

T1

N0

M0

Estadio II

T2

N0

M0

Estadio IIIA

T3-T4a

T1-T4a

N0

N1

M0

Estadio IIIB

T1-T4a

N2-N3

M0

Estadio IVA

T4b

T1-T4b

N0-N3

N0-N3

M0

M1a

Estadio IVB

T1-44b

N0-N3

M1b

 
El estadio de cada caso marca de forma muy significativa la evolución esperable de cada paciente. No obstante no todos los pacientes con un mismo estadio evolucionan de la misma forma y, en el curso particular de cada caso, también tendrán mucha relevancia otros factores pronósticos, tratamientos recibidos, características del paciente, etc.
 
 
 

Factores pronósticos

Los factores pronósticos son características del tumor y del paciente que permiten estimar a priori su evolución posterior, complementando el estadio marcado por el sistema TNM.
 
En los tumores en fases iniciales un factor pronóstico importante es el grado tumoral. Se dice que un tumor es de bajo grado cuando, visto al microscopio, se parece mucho al tejido desde el cual se originó (en este caso, el tejido normal que recubre la vejiga o urotelio); y un grado más alto cuando sus células están tan estropeadas y desestructuradas que casi no se parecen en nada al tejido original. Actualmente los tumores uroteliales se dividen únicamente entre alto o bajo grado. Los tumores de alto grado son más agresivos y tienen mayor riesgo de volver a aparecer después del tratamiento.
 
Tampoco todos los pacientes con tumores en fases avanzadas tienen la misma evolución. Se sabe que los pacientes que, cuando son diagnosticados, tienen peor estado general, anemia, valores de albúmina en sangre bajos y/o metástasis a distancia viscerales (especialmente en hígado) tienen un peor pronóstico y se puede esperar una menor supervivencia. 
 

Tratamiento

El tratamiento de los tumores de vejiga se realiza en función del estadio que presentan.
 
-       Estadios 0 y I:
 

Los pacientes con tumores de vejiga en estadios 0 y I se curan con el tratamiento adecuado en la mayoría de los casos, aunque tienen un riesgo alto de volver a reaparecer. El tratamiento y el seguimiento de estos tumores lo realizan habitualmente los médicos especialistas en Urología. Según el Estadio (0 ó 1), el grado del tumor y la presencia de otros factores, el tratamiento puede consistir únicamente en extirpar el tumor mediante cistoscopia y resección transuretral o; en otros casos, puede ser necesario administrar un tratamiento complementario con inmunoterapia o quimioterapia directamente dentro de la vejiga, a través de una sonda vesical, mediante una o diversas instilaciones periódicas.

Para aquellos pacientes con enfermedad precoz refractaria a terapia estandar intravesical la cistectomía continúa siendo una opción a discutir. No obstante, nuevas alternativas terapéuticas se encuentran en estudio en pro de evitar la resección de la vejiga a estos pacientes. Algunas de las más desarrolladas clínicamente a día de hoy son la inmunoterapia sistémica con inhibidores de puntos de control del sistema inmune, o incluso dispositivos intravesicales con quimioterapia hipertérmica.

  
-       Estadio II:
 
En los pacientes con estadio II el tumor llega a la capa de músculo de la vejiga. El principal problema de estos pacientes es que presentan un riesgo relativamente alto de que la enfermedad produzca metástasis a distancia. Existen varias opciones de tratamiento:
 
o   Cistectomía radical: consiste en extirpar la vejiga, órganos y ganglios linfáticos cercanos. Es el tratamiento más habitual. Su mayor inconveniente es que al eliminar la vejiga, no es posible orinar de forma normal. Las soluciones más frecuentemente utilizadas para reconstruir la vía urinaria son:
 
-    Realizar una ureterostomía: consiste en desviar los uréteres a la piel del abdomen, a través de un orificio. A dicho orificio se fija mediante un anillo adhesivo una bolsa de plástico para recoger la orina y la bolsa se va vaciando de forma periódica.
 
-  Realizar una neovejiga: con tejido del intestino del propio paciente se realiza una bolsa  a la que se conectan los uréteres. La orina llega hasta esta neovejiga situada en el interior del abdomen y puede salir al exterior de dos formas. O bien a través de un orificio en la piel del abdomen (urostomía) al que se conecta un disco de plástico y una bolsa colectora. O bien directamente a través la propia uretra del paciente que se vuelve a conectar a la neovejiga.  No siempre es posible realizar esta última técnica y en algunos casos se asocia a complicaciones. Su urólogo puede explicarle la posibilidad de realizar una neovejiga en cada caso y sus posibles beneficios e inconvenientes.
 
o   Tratamiento conservador de Preservación Vesical: consiste en eliminar el tumor evitando quitar la vejiga, para aumentar la comodidad del paciente. Estas técnicas sólo se pueden realizar en algunos pacientes seleccionados, y deben ser llevadas a cabo por equipos con experiencia y buena coordinación. Cuando se realizan, debe llevarse a cabo un seguimiento muy completo del paciente, para identificar las posibles reapariciones del tumor. Existen varias alternativas:
 
-   Quimiorradioterapia: los tumores de vejiga son sensibles a la radioterapia y en algunos casos pueden eliminarse con éste tratamiento, que habitualmente se administra de forma simultánea con quimioterapia.
 
-   Resección transuretral: en casos excepcionales, cuando la invasión tumoral no es demasiado profunda, puede ser una alternativa, pero no se trata de un manejo estándar.

Terapia Trimodal: Es la opción más recomendable en el caso de optar por preservación vesical. Consiste  en llevar a cabo una RTU amplia que permita eliminar cualquier resto tumoral, y a continuación, llevar a  cabo el tratamiento con Quimio-Radioterapia concomitante.
 
o   Tratamiento complementario: como se ha comentado, uno de los principales problemas de estos tumores es que pueden reaparecer, bien en la zona inicial (recidiva local) o en otras partes del cuerpo (metástasis). Esto ocurre porque a pesar del tratamiento inicial, puede persistir enfermedad microscópica, que no podemos  detectar en las pruebas tradicionales realizadas al diagnóstico. Para intentar disminuir el riesgo de que reaparezca el tumor, se puede administrar tratamiento complementario con quimioterapia. El tratamiento complementario no siempre se administra, depende del estadio de la enfermedad y de las características del paciente. El tratamiento se puede realizar de dos formas:
 
-   Tratamiento adyuvante o adyuvancia: administración de quimioterapia después de extirpar el tumor. Su capacidad para disminuir el riesgo de que la enfermedad reaparezca no es absoluta, pero existen datos que apoyan su uso.
 
-   Tratamiento neoadyuvante o neoadyuvancia: administración de quimioterapia antes de extirpar el tumor. Los resultados de algunos ensayos clínicos indican que disminuye el riesgo de que vuelva a aparecer la enfermedad e impacta en la supervivencia y evolución a largo plazo de estos pacientes. Su principal desventaja es que retrasa la operación. 
   
   Diversos ensayos clínicos con resultados muy prometedores se han llevado a cabo en el contexto del tratamiento adyuvante y neoadyuvante utilizando inmunoterapia sistémica con inhibidores de los puntos de control del sistema inmune. El uso de estos medicamentos administrados solos, en combinación con quimioterapia, o administrados secuencialmente tras la misma debería comenzar ya hoy a ser una realidad en la práctica clínica en casos adecuadamente seleccionados.

     Así mismo se están probando otras clases de drogas activas en el contexto del paciente metastásico en etapas cada vez más tempranas de la enfermedad.

 
-       Estadio III:
 
En los pacientes con estadio III sólo está afectada la vejiga, pero de manera más profunda que en los estadios II. Por lo tanto el tratamiento es similar, pero suele ser más agresivo y suele consistir en cistectomía radical, radioterapia o quimiorradioterapia (ver sección previa). Otras técnicas menos agresivas como la resección transuretral o la cistectomía parcial, no suelen emplearse. También debe aplicarse tratamiento complementario, siguiendo las mismas orientaciones que en los pacientes con estadio II (ver sección previa).
 
-       Estadio IV:
 
El objetivo del tratamiento es controlar o retrasar la aparición de los síntomas y aumentar la supervivencia de los pacientes.
 
Los pacientes con estadio IV tienen afectación de la pared del abdomen o de la pelvis (T4b) o, con mayor frecuencia, presentan enfermedad en los ganglios linfáticos o incluso metástasis a distancia. El tratamiento con cirugía, además de ser más complicado, no consigue la curación de la enfermedad, por lo que no suele realizarse salvo con una intención paliativa muy ocasionalmente. Las opciones de tratamiento incluyen:
 
o   Quimioterapia: tradicionalmente ha sido el tratamiento empleado con más frecuencia en esta fase de la enfermedad aunque la llegada de nuevas alternativas para estos pacientes está suponiendo un gran cambio en las guías de manejo clínico de estos pacientes.

Las combinaciones de quimioterápicos más activas y por tanto deseables son aquellas que contienen Cisplatino. En general suele administrarse junto a Gemcitabina, pero también se usa combinado con Metrotexate, vinblastina y adriamicina, o con gemcitabina más paclitaxel.

No obstante, no todos los pacientes resultan buenos candidatos (“fit”) para ser tratados con cisplatino. Los enfermos con cierto grado de insuficiencia renal, mala situación funcional, hipoacusia, daño nervioso persistente sobre nervios periféricos y/o insuficiencia cardiaca son considerados no aptos (“unfit”) para recibir tratamiento con cisplatino. En estos casos los agentes quimioterápicos tradicionalmente empleados han sido combinaciones con carboplatino; aunque en el momento actual podría considerarse el uso de inmunoterapia si el perfil biológico de la enfermedad lo permite (ver sección correspondiente en este mismo apartado).

Vinflunina o Paclitaxel son quimioterápicos hasta ahora empleados en segunda línea, y podrían continuar siendo una alternativa para estos pacientes a tener en cuenta en algún momento de la secuencia de tratamientos. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la inmunoterapia sistémica con inhibidores de los puntos de control del sistema inmune resulta superior a estos quimioterápicos, en pacientes cuyo tratamiento en primera línea basado en cisplatino ha fracasado.
  
o   Inmunoterapia: la llegada de la inmunoncología es ya una realidad y el uso de los inhibidores de los puntos de control del sistema inmune ha cambiado el tratamiento del cáncer de vejiga. La base de estos tratamientos es infundir fármacos al paciente que modulen la respuesta de su propio sistema inmune contra el tumor, de manera que nuestras propias defensas sean capaces de eliminar las células malignas. 
 
    Diferentes fármacos de esta familia ya demostraron ser activos, y en muchos casos superiores a la quimioterapia clásica, para aquellos pacientes con tumores previamente ya tratados con platino, es decir, en el escenario de la segunda línea de tratamiento. 

     También en pacientes no previamente tratados, no candidatos a cisplatino, y cuyos tumores expresen de forma significativamente elevada la proteína “PD-L1”, el uso de inhibidores de puntos de control del sistema inmune ha demostrado ser una buena opción de tratamiento.

     Incluso en aquellos pacientes en los que se opta por iniciar un tratamiento de primera línea basado en platino, bien sea cisplatino o carboplatino, si tras una tanda inicial de tratamiento con quimioterapia se logra controlar la enfermedad, se suele continuar con un tratamiento de mantenimiento utilizando inmunoterapia.

 
o  Terapia Dirigida: los tumores uroteliales son neoplasias que suelen albergar múltiples alteraciones genéticas subyacentes. El conocimiento de éstas nos ha permitiendo generar una clasificación molecular de diferentes subtipos de cáncer de vejiga.

Por otra parte, dichos avances han permitido desarrollar drogas inhibidoras de alteraciones genéticas concretas (como ocurre para el caso de las mutaciones en el gen FGFR; u otros fármacos relacionados con la vía de PTEN ó MTOR) cuyos resultados en cáncer de vejiga están resultando muy positivos y ya comienzan a utilizarse para el tratamiento de estos enfermos.
 
•  Inmunoconjugados: Se trata de compuestos que unen un agente de quimioterapia a un anticuerpo dirigido contra una diana específica del tumor. De esta forma, se vehiculiza a la quimioterapia contra la neoplasia incrementando su actividad y evitando su toxicidad al no actuar sobre tejidos sanos. Enfortumab-Vedotin es un claro ejempo de inmunoconjugado (auristatina E-Nectina4) muy eficaz en cáncer de vejiga que ha logrado aumentar significativamente la supervivencia de los pacientes cuya enfermedad ya se había hecho resistente a quimioterapia e inmunoterapia incorporándose así al arsenal terapéutico habitual para el tratamiento del cáncer de vejiga avanzado.

      Sacituzumab govitecan, o trastuzumab deruxtecan son otros inmunoconjugados muy prometedores en cáncer de vejiga. 

 
 o   Radioterapia: puede emplearse de forma paliativa para tratar algunos síntomas de difícil control como dolor, sangrado importante por la orina, etc.… 
 

Los constantes avances logrados en los últimos años en el tratamiento de este tumor, tanto en fases tempranas como avanzadas, hacen necesario individualizar cada caso, teniendo en cuenta factores clínicos del paciente y aspectos moleculares del tumor, para diseñar una secuencia óptima e individualizada de manejo. 


Seguimiento

Después del tratamiento del cáncer de vejiga es muy importante realizar revisiones periódicas. Las revisiones en los pacientes con estadios 0 y I, así como en aquellos con estadios II y III en los que no se extirpa la vejiga, suelen incluir cistoscopia y análisis de orina para detectar las posibles recaídas en la propia vejiga lo antes posible.
 
En las revisiones, además de la recogida de síntomas y de la exploración física, suele realizarse de forma periódica alguna prueba de imagen incluyendo radiografía de tórax, TAC abdominal y de tórax o ecografía de abdomen y de vías urinarias. Según la extensión de la enfermedad en el momento del diagnóstico y los síntomas que presente el paciente, se pueden añadir otras pruebas distintas. La frecuencia de las revisiones suele ser variable.

Glosario 

  • Adyuvancia: tratamiento complementario que se administra después de extirpar un tumor, para prevenir la reaparición de la enfermedad.
     
  • Biopsia: muestra de tejido que se estudia mediante microscopio y otras técnicas especiales para diagnosticar una enfermedad.
     
  • Cálculos urinarios: formación de pequeñas piedras en la vía urinaria que pueden dar lugar a dolor (cólico nefrítico), hemorragias, infecciones o a que se obstruya la vía urinaria.
     
  • Carcinoma in situ: un tumor que no es invasivo y que por lo tanto no se ha extendido a otros órganos ni ha profundizado en la pared de la vejiga.
     
  • Ciclo: Cada tanda de quimioterapia. Su duración es variable, pero con mucha frecuencia duran 3 ó 4 semanas, pasadas las cuales el ciclo se repite hasta llegar al número previsto de ciclos (varía en distintas enfermedades, con frecuencia oscila entre 2 y 6 ciclos).
     
  • Cistoscopia: prueba que consiste en introducir en la vejiga a través de la uretra un tubo flexible a través del cual se puede observar el interior de la vejiga y se pueden realizar algunas intervenciones, como quitar pólipos, tomar biopsias, etc.
     
  • Creatinina: prueba que se realiza en la analítica de la sangre para comprobar la función de los riñones.
     
  • Ecografía: prueba de imagen que consiste en utilizar ultrasonidos para valorar distintos órganos.
     
  • Ensayos clínicos: estudios que se realizan en pacientes para desarrollar nuevos tratamientos con la intención de mejorar los resultados hasta ahora obtenidos. Los ensayos clínicos son diseñados por personas con mucha experiencia en el tratamiento de las enfermedades en las que se realizan los estudios. Son revisados por otros colegas y deben ser valorados y aprobados por Comités Éticos y por el Ministerio de Sanidad, para garantizar la seguridad del paciente. La participación en un ensayo, siempre es voluntaria. Cada ensayo está diseñado para pacientes con unas características determinadas. La Red de Centros Integrales de Cáncer de EE.UU. considera que la mejor opción para cualquier paciente con cáncer es participar en un ensayo clínico. Su médico le puede informar sobre la posibilidad de participar en un ensayo clínico, así como de sus posibles beneficios e inconvenientes.
     
  • Epitelio transicional o urotelio: el tejido que normalmente recubre la cara interna de la vejiga, la que está en contacto con la orina. Da lugar a la mayoría de los cánceres de vejiga en nuestro medio.
     
  • Gammagrafía ósea: prueba de imagen que consiste en inyectar una sustancia que permite valorar si existen metástasis en los huesos observando como dicha sustancia se deposita en ellos.
     
  • Ganglio linfático: nódulos de tejido linfático que se sitúan en el trayecto de los vasos linfáticos. Por los vasos y por los ganglios circula el líquido linfático que contiene leucocitos y linfocitos, células del sistema inmunológico. Cuando existen en el cuerpo células tumorales o infecciones, están son retenidas en los ganglios linfáticos, por lo que aumentan de tamaño.
     
  • Hematuria: aparición de sangre en la orina. Puede detectarse a simple vista (hematuria macroscópica) o por medio de un análisis de orina (hematuria microscópica).
     
  • Metástasis: extensiones de un tumor a un lugar del cuerpo diferente del sitio de origen (tumor primario). Su presencia indica que el tumor está en un estadio más avanzado.
     
  • Neoadyuvancia: tratamiento complementario que se administra antes de extirpar un tumor, para intentar disminuir el riesgo de que vuelva a aparecer y/o para intentar disminuir el tamaño del tumor, lo que puede facilitar la operación y hacerla menos radical. Los tratamientos neoadyuvantes pueden evitar en algunos casos cirugías muy agresivas, pero esto no sucede en todos los tumores.
     
  • Resección transuretral (RTU): consiste en una intervención para poder observar el interior de la vejiga y realizar intervenciones sobre ella con más profundidad que la cistoscopia. Es una intervención que requiere anestesia.
     
  • RNM: resonancia nuclear magnética. Prueba de imagen que consiste en utilizar las propiedades magnéticas de los distintos tejidos para valorarlos. Antes de realizar la prueba se suele administrar una sustancia llamada contraste por vía intravenosa, para facilitar la visión de los diferentes órganos.
     
  • Retroperitoneo: la zona del cuerpo que está en la parte posterior de la cavidad abdominal. Contiene, entre otras estructuras, el páncreas, los riñones y grandes arterias y venas.
     
  • TAC: tomografía axial computerizada. Prueba de imagen que consiste en utilizar radiación para visualizar y valorar distintos órganos. Antes de realizar la prueba se suele administrar una sustancia llamada contraste por vía oral y/o intravenosa, para facilitar la visión de los diferentes órganos.
     
  • Uréter: conducto por el cual la orina va desde los riñones, donde se produce, hasta la vejiga, donde se almacena hasta que ésta se llena y es expulsada. Hay dos uréteres, uno por cada riñón.
     
  • Uretra: conducto por el cual la orina sale desde la vejiga al exterior.