Tratamientos biológicos: qué son y cómo actúan
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AUTORES: Dr. Ander Urruticoechea y Dra. Amaia Hernández Jorge
¿Qué son los nuevos tratamientos biológicos?
Aunque cualquier tratamiento de reciente aparición en el espectro de la lucha contra el cáncer podría catalogarse de “nuevo”, en general, cuando utilizamos el término nuevos tratamientos o tratamientos biológicos o dirigidos, lo hacemos para referirnos a un grupo de medicamentos que, dentro del tratamiento sistémico del cáncer, disponen de un mecanismo de acción con unas características comunes. Así, los tratamientos dirigidos (“targeted therapies” en inglés) se diferencian de la quimioterapia (tratamiento sistémico por excelencia) en que están diseñados para bloquear de forma específica aspectos concretos de la biología celular o tumoral en lugar de destruir, de manera más indiscriminada, todas aquellas células que se reproducen rápidamente, modo éste de actuar de la quimioterapia.
¿Qué ventajas aportan los tratamientos dirigidos?
Del hecho de que los tratamientos dirigidos tengan una mayor selectividad por las células tumorales respecto al resto de las células del organismo, se deriva su capacidad para actuar contra el cáncer con menores efectos secundarios indeseables que, por ejemplo, la quimioterapia.
Así, la quimioterapia basa su poder de destruir tumores en que actúa sobre todas aquellas células que se reproducen rápidamente y las del cáncer son, habitualmente, las células que más rápido se reproducen en todo el organismo. Sin embargo existen otros tejidos en el cuerpo humano cuyas células se reproducen normalmente rápido como, por ejemplo, la médula ósea (donde se generan las células que forman la sangre) o el epitelio intestinal. Este es el origen de gran parte de los efectos secundarios de la quimioterapia como la bajada de defensas, la caída del cabello o las diarreas y llagas en la boca.
Frente al efecto “indiscriminado” de la quimioterapia, los tratamientos dirigidos actúan más selectivamente sobre células tumorales con una característica determinada y esto les confiere un perfil de efectos secundarios en general mucho más tolerable.
¿Por qué existen pocos tratamientos dirigidos y tampoco son perfectos?
A pesar de que la teoría anteriormente expuesta los convierte en poco menos que el tratamiento “perfecto” contra el cáncer, el desarrollo y eficacia de los tratamientos dirigidos se enfrenta a dos problemas básicos.
- • El primer problema es que aunque sabemos mucho de biología celular y tumoral, conocemos pocos procesos o moléculas que sean exclusivas o muy características de las células tumorales, esto dificulta enormemente la aparición de nuevos fármacos selectivos. Conviene recordar que las células tumorales son células de nuestro propio organismo que pierden el control natural y se reproducen rápida y desordenadamente. Con ello, la mayor parte de los procesos propios de su biología son comunes al resto de células del organismo y poco adecuados como dianas de los nuevos tratamientos.
- • El segundo gran reto al que se enfrentan los nuevos tratamientos es que las células tumorales disponen de múltiples aspectos de sus procesos biológicos que les confieren “ventajas” respecto a las células normales. Así, aunque bloqueemos un mecanismo de crecimiento de las células tumorales es, en general, cuestión de tiempo que la célula encuentre una vía alternativa para crecer independientemente de ese mecanismo que nosotros hemos inutilizado con un tratamiento dirigido. De este modo, los tratamientos biológicos o dirigidos más eficaces son aquellos que actúan sobre aquellos tipos de tumores que dependen muy fuertemente de un proceso concreto y que, bloqueado éste, tienen poca capacidad para encontrar alternativas para crecer.
¿Hay que tener alguna precaución especial con este tipo de fármacos?
Estos tratamientos, sobre todo los inhibidores de la tirosina quinasa y los tratamientos hormonales (ver secciones correspondientes más adelante), interaccionan frecuentemente con otros fármacos ( p. ej. antibióticos, fármacos para la epilepsia, para las arritmias…) y/o con productos de herboristería ( p. ej. hierba de San Juan) o incluso alimentos que podemos consumir de manera habitual (p. ej. zumo de pomelo). Aunque desde el Servicio de Oncología Médica y el Servicio de Farmacia se revisa la medicación habitual y se realizan recomendaciones a este respecto sobre lo que ya es conocido, es importante transmitir si se está tomando algún tipo de medicamento o preparado natural (aunque no nos parezca que es un fármaco porque no nos lo ha prescrito un médico, porque no lo hemos comprado con receta o porque no lo hemos comprado en una farmacia), para que se pueda valorar si hay que suspenderlo porque pueda alterar el funcionamiento del tratamiento o potenciar sus efectos secundarios.