Background Image
Previous Page  388 / 510 Next Page
Basic version Information
Show Menu
Previous Page 388 / 510 Next Page
Page Background

Cuidados

Continuos

387

Segundo escalón: Opioides débiles.

Su indicación, según la escalera analgésica, es el dolor crónico oncológicomoderado (4 a 6 en la EVA)

En la actualidad este grupo de fármacos ha quedado restringido a tres: la codeína, la dihidrocodeína

y el tramadol y los tres han mostrado ser superiores a placebo.

La utilidad de los fármacos del segundo escalón se ha valorado en estudios con limitaciones

metodológicas y potencia estadística insuficiente, por lo que la recomendación para su uso es

débil y podrían ser sustituídos en la práctica clínica por dosis bajas de un opioide del tercer

escalón

(5)

.

La codeína es un excelente antitusígeno y un analgésico eficaz que se transforma en morfina

en el organismo pero el intenso estreñimiento que produce lo sitúa lejos de la primera línea

de elección que habitualmente lo constituye el tramadol, un fármaco complejo con un doble

mecanismo de acción: agonista parcial de los receptores mu e inhibidor de la recaptación de la

noradrenalina y la serotonina. Por ser un agonista parcial mu tiene techo terapéutico y unas

dosis máximas recomendadas de 400 mg/día que no se deben superar porque al hacerlo no

se aumenta la eficacia pero sí la toxicidad. Tiene metabolismo hepático y un metabolito activo,

el O-demetil-tramadol (2 a 4 veces más potente). Su eliminación es renal y hepática. Vías de

administración: oral (con biodisponibilidad del 90-100%), rectal, SC, IV e IM. Sus efectos adversos

son los de los opioides.

Respecto a la utilidad de mantener o asociar un AINE a un opioide débil, no parece haber

diferencias en la analgesia alcanzada entre la combinación y cada fármaco por separado, por lo

que no es una opción especialmente recomendable

Tercer escalón: Opioides mayores o fuertes.

Su indicación según la escalera analgésica es el dolor oncológico intenso (7 a 10 en la EVA).

Este grupo está compuesto por un conjunto de fármacos que en su mayor parte son agonistas

totales de los receptores opioides mu y, por ello, con excepción de la buprenorfina, carecen de

techo terapéutico y pueden usarse en las dosis que sean precisas.

Constituyen la piedra angular del tratamiento del dolor crónico oncológico.

El patrón-oro ha sido durante 25 años la morfina, que reúne varias características que la han

convertido en la primera elección: su seguridad, su versatilidad (múltiples vías de administración

y duración de acción) y su precio, pero no una eficacia superior a otros opiodes mayores

(6)

. Tiene

metabolismo hepático y también en intestino delgado y riñón y presenta circulación enterohepática.

El 90% es metabolizada a M3G, un metabolito sin actividad opioide, responsable de los efectos

neuroexcitatorios y, el resto, a M6G, que tiene un efecto analgésico 200 veces más potente que

la morfina. Su eliminación es renal, por lo que se recomienda disminuir la dosis y aumentar los

intervalos en pacientes mayores de 65 años o con disfunción renal previa. Su vida media es de 2 a

3,5 horas y la duración de acción de 3 a 6 horas, aunque existe una forma de absorción lenta que

se administra cada 12 horas.

Vías de administración: oral (biodisponibilidad del 20-30%), rectal, SC, IV, IM e intratecal.

Para la vía oral se recomienda una dosis de inicio de 5-10 mg c/ 4 horas. La relación de dosis de

morfina equianalgésicas entre vía oral y parenteral es 2:1 o 3:1