Cuidados
Continuos
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En este momento cabe hacerse una pregunta:
¿cómo evaluamos el dolor en la práctica clínica
diaria?
El empleo de escalas y cuestionarios supone una ventaja de mayor sistematización y
menores sesgos y es de elección en estudios epidemiológicos, en ensayos clínicos, en estudios
experimentales y en estudios de control de calidad. Ahora bien, ¿son útiles en la toma de
decisiones en la práctica clínica diaria? Realmente cabe decir que son de utilidad controvertida,
que precisa de un tiempo excesivo y que son de limitada aplicabilidad en pacientes con deterioro
cognitivo o bajo PS.
Así pues, la evaluación del dolor en la práctica clínica diaria radica en tres niveles:
•
primer nivel:
se debe determinar la intensidad del dolor mediante la E V A (escala visual analógica)
•
segundo nivel:
deben determinarse las características más importantes del dolor: localización
(dibujo), patrón temporal, cualidad del dolor (adjetivos descriptores) y respuesta al tratamiento
analgésico previo.
•
tercer nivel:
determinación del impacto del dolor sobre la vida del paciente, en relación con la
calidad de vida, el estado de ánimo (aspectos afectivos), capacidad funcional, interacción social
y síntomas recurrentes.
VALORACIÓN OBJETIVA DEL DOLOR
Existe finalmente una
valoración objetiva
del dolor, realmente poco utilizada y que se basa en
a) el registro directo de los nervios periféricos; b) en índices vegetativos o autonómicos (posible
correlación entre el grado de dolor con las alteraciones de la TA, la frecuencia cardiaca, la
sudoración de la piel, etc.); c) registros electromiográficos, potenciales evocados (la amplitud de
las ondas cerebrales aumenta al incrementarse la intensidad del estímulo doloroso); d) registro
EEG; e) imágenes cerebrales: PET.
La valoración objetiva del dolor, cuando ofrezca armas diagnósticas simples, válidas y
reproducibles, ayudará a confirmar la aproximación subjetiva al mismo.