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Cuidados

Continuos

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En estudios aleatorizados y controlados se demostró que la CGA era muy útil en el tratamiento de

varios problemas geriátricos

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y en la detección de problemas nuevos no sospechados (esto se observó

hasta en el 75% de las personas analizadas). Además, si se repite anualmente, se puede observar un

incremento de hasta el 30% en la incidencia de nuevos problemas en esa misma población.

En los pacientes oncológicos ancianos la CGA aporta datos relevantes. Por ejemplo, la comorbilidad

puede aumentar la susceptibilidad a las complicaciones derivadas del tratamiento pero si se ha

identificado, en ocasiones puede mejorarse antes de iniciar el tratamiento y, por tanto, contribuir

a disminuir el riesgo. La CGA también evalúa la dependencia funcional y las condiciones

socioeconómicas, que pueden impedir el cumplimiento del tratamiento o potenciar el riesgo de

complicaciones. Así mismo, es capaz de identificar la debilidad, situación en la que la reserva

funcional está prácticamente agotada y, por último, permite evaluar de forma simple la esperanza

de vida basándose en el estado funcional, la comorbilidad, el estado cognitivo, y la presencia o no

de síndromes geriátricos.

La evaluación funcional en un paciente anciano no incluye solo la medida del estado general

de acuerdo a las escalas habituales en oncología sino también el análisis de las actividades de

la vida diaria (AVD) y las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD). Esta evaluación es

importante ya que la dependencia funcional se asocia a una menor supervivencia aunque es

difícil de corelacionar con el estado funcional, la evaluación de la comorbilidad en este contexto

comprende actualmente el análisis de los siguientes procesos: coronariopatía, insuficiencia

cardiaca congestiva, bronconeumopatía crónica obstructiva, insuficiencia renal, enfermedades

cerebrovasculares, diabetes, artropatía limitante de la movilidad y anemia, ya que todos ellos han

demostrado que pueden comprometer la supervivencia

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.

La evaluación del estado cognitivo y del nutricional o el despistaje de la depresión se realizan

mediante test específicos como el Mini Mental de Folstein, la escala geriátrica de depresión o el

Mini Nutricional

6

.

Una vez analizadas las ventajas de la CGA, hay que recordar que ésta no ha sido estandarizada

y que por tanto no está claro que proporcione una evaluación exacta de los riesgos y beneficios

del tratamiento. En cualquier caso, la recomendación es identificar tres grupos de pacientes con

expectativas de vida diferentes y distintos riesgos de complicaciones: los pacientes del grupo 1

son independientes desde el punto de vista funcional y no presentan una comorbilidad importante,

los del grupo 2 son dependientes en una ó más AIVD y pueden presentar una ó dos entidades

comórbidas y los del grupo 3 son los pacientes débiles o frágiles, es decir aquellos que dependen

en una ó más AVD, tres ó más procesos comórbidos y uno ó más síndromes geriátricos (delirio,

incontinencia, osteoporosis, etc.). Así a partir de esta clasificación puede plantearse un algoritmo

con diferentes propuestas terapéuticas adecuadas a cada grupo.

FUENTES DE INFORMACIÓN

Los datos recogidos de la historia clínica son la base para obtener el índice de comorbilidad de cada

paciente. Sin embargo, existen sesgos como, por ejemplo, los derivados del diferente número de visitas

hospitalarias o ingresos que pueden existir entre dos pacientes con la misma patología. Otra fuente de

información es la medicación de cada paciente sobre todo en los estudios de caso-control.