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Cuidados

Continuos

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Otra modalidad de tratamiento en el paciente con cáncer de próstata es la braquiterapia,

en la que se utilizan radioisótopos como el Yodo-125 y el Paladio-103. Con esta técnica

se conserva la eyaculación, pero la potencia a largo plazo se ve comprometida. Estudios

prospectivos informan de una preservación de la misma de hasta el 59% a los 6 años. Sin

embargo, si se suma el efecto sinérgico de estrategias como la radioterapia externa y el

bloqueo androgénico se pueden encontrar tasas de preservación de la potencia de hasta un

29% a 5 años.

En los pacientes con cáncer de próstata también se objetivan alteraciones en el orgasmo,

como la disorgasmia y la incontinencia urinaria durante el mismo. A día de hoy no están

claramente dilucidados los mecanismos por los cuales se producen dichas alteraciones, que

alcanzan incidencias de hasta el 48%. Pero sobre su origen fisiopatológico se postula que los

espasmos del cuello vesical o del piso pélvico desempeñan cierto papel.

[9]

Igualmente frecuentes son las alteraciones de la longitud del pene tras la prostatectomía y la

radioterapia, vistas hasta un 60-70% de los pacientes, que implican reducciones de longitud

de hasta un 9-10% (aproximadamente 1cm).

En el caso del cáncer testicular los datos sugieren que, aunque los hombres con este

diagnóstico pueden referir una mayor cantidad de problemas en el ámbito sexual a corto plazo,

la función sexual y su ejercicio a largo término son equiparables a los de la población general

y estos hallazgos son independientes de la estrategia terapéutica adoptada: orquiectomía

versus orquiectomía más disección ganglionar retroperitoneal con o sin quimioterapia y/o

radioterapia.

Respecto a otros tumores abdominopélvicos, las cirugías pueden incluir la histerectomía, la

ooforectomía, la vulvectomía, la cistectomía y/o la resección abdominoperineal y cualquiera de estas

en mayor o menor medida, pueden impactar negativamente sobre la función sexual al generar, por

ejemplo, acortamientos o estrechamientos vaginales, alteraciones de la lubricación y dispareunia en

relación con adherencias pélvicas, entre otros. Del mismo modo, el tratamiento radioterápico incide

negativamente, dada la localización pélvica de los ovarios en la mujer ya que pueden recibir radiación

dispersa cuando se irradian áreas próximas. Es conocido que el cese de la función ovárica aumenta

progresivamente a partir de dosis de 150cGy, y que a partir de 500-600cGy la mayoría de las mujeres

presenta amenorrea persistente. La edad desempeña un papel fundamental, ya que hasta un 70% de

mujeres de menos de veinte años mantienen su función gonadal tras irradiación total, mientras que a

los 30 años sólo un 20% la conservan. Dicha privación de estrógenos puede conducir a síntomas como:

Craurosis vulvar

Adelgazamiento de tejidos vulvares y vaginales.

Disminución de la elasticidad tisular.

Disminución de la lubricación vaginal.

Sofocos.

Infecciones urinarias frecuentes.

Cambios bruscos de ánimo.

Astenia.

Irritabilidad.