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Cuidados

Continuos

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TRATAMIENTO AMBULATORIO

En aquellos pacientes que, tras una evaluación inicial, son considerados de bajo

riesgo, puede plantearse el tratamiento ambulatorio, tras un periodo de observación

hospitalaria. Estos pacientes deben ser evaluados diariamente, para valorar el ingreso

en caso de empeoramiento de su situación clínica o persistencia de la fiebre.

La recomendación inicial se basa en la asociación oral de una fluoroquinolona

(Ciprofloxacino) y un beta-lactámico, como Amoxicilina/clavulánico. Las fluoroquinolonas

no deben usarse en pacientes que han recibido profilaxis, en los cuales deben

administrarse antibióticos intravenosos para asegurar la cobertura frente a P.

aeruginosa. En pacientes alérgicos a penicilinas, la amoxicilina puede ser sustituida

por Clindamicina; en el caso de no existir alergia cruzada con cefalosporinas, podría

utilizarse Cefixima

6

.

Recientemente un estudio ha demostrado que la utilización de Moxifloxacino en

monoterapia tiene una eficacia similar a la doble antibioterapia, con menor toxicidad

gastrointestinal. Sin embargo, hay que tener especial cuidado en lugares donde

exista una alta tasa de infecciones por

P. aeruginosa

y/o presencia de enterobacterias

resistentes a fluoroquinolonas

15

.

También es posible un tratamiento ambulatorio con antibióticos intravenosos o realizar

una secuencia de terapia intravenosa hospitalaria seguida de tratamiento oral. En

este sentido, pacientes de bajo riesgo que han sido hospitalizados y que permanecen

estables y responden al tratamiento de manera adecuada, pueden ser derivados al

domicilio para continuar tratamiento oral en el mismo

16

.

TRATAMIENTO ANTIFÚNGICO EMPÍRICO.

El uso de tratamiento antifúngico empírico debe utilizarse en pacientes con neutropenia

febril de alto riesgo en los que persiste la fiebre tras 4-7 días de tratamiento. En los

pacientes que de inicio se encuentren inestables o con una neutropenia que dure más de

7 días (como en los casos de trasplante alogénico), debe valorarse la introducción precoz

de antifúngicos.

Ante la sospecha clínica de una infección fúngica sin documentación microbiológica, es

necesario realizar una tomografía computarizada de alta resolución de los pulmones, así

como pruebas de laboratorio como el antígeno galactomanano de Aspergillus (con una

sensibilidad y especificad mayor del 90% o el beta-D-glucano, que puede ser positivo en

candidemias y aspergilosis invasivas

17

).

La elección del agente para la terapia empírica antifúngica depende de cuales sean los

hongos más frecuentes en cada hospital y de las toxicidades de cada fármaco. En los

pacientes que no hayan recibido profilaxis, la

Candida spp

suele causar la mayoría de

infecciones fúngicas invasivas. En pacientes en los que se ha utilizado Fluconazol como

profilaxis, la infección fúngica invasiva más frecuente se debe a

Aspergilus spp

, seguido

de cándidas resistentes a Fluconazol, como

C. Krusei o C. Glabrata

.