Cuidados
Continuos
469
En la literatura científica sobre programas de prevención del estrés en el lugar de trabajo,
se observa un predominio de las intervenciones secundarias y terciarias. Existen muy pocos
proyectos de investigación que consideren el impacto de las intervenciones de nivel primario en
los profesionales y en el rendimiento de la organización.
Aunque las intervenciones secundarias y terciarias son más populares dentro de las
organizaciones, los estudios muestran que se asocian con una reducción de los síntomas
psicológicos y fisiológicos de estrés pero que sus efectos positivos suelen ser de relativa corta
duración y de extensión limitada.
Además, los programas que se centran en los individuos no suelen tener impacto en las medidas
de la organización como productividad o satisfacción laboral, mientras que las medidas a
nivel de organización se unen a mejoras en la salud de los individuos y en el rendimiento de la
organización.
En cuanto a los profesionales sanitarios, Ruotsalainen y col
19
evaluaron la eficacia de
intervenciones para reducir el estrés laboral. Realizaron una revisión sistemática de la literatura
sobre “reducción del estrés o el burnout en trabajadores sanitarios”.
En conjunto, se revisaron 14 estudios aleatorizados, 3 estudios aleatorizados-cluster y dos
estudios de cruce. De ellos, solo dos tuvieron una calidad elevada.
Fueron posibles las siguientes comparaciones: intervenciones dirigidas a la persona
versus (vs) no intervención, intervenciones dirigidas al interface persona-trabajo vs no
intervención, e intervenciones en la organización vs no intervención. Sus resultados
indican que:
•
las intervenciones dirigidas a la persona pueden reducir la ansiedad, el estrés y el burnout,
medido como agotamiento emocional [y como falta de rendimiento personal
•
las intervenciones de la interface persona-trabajo pueden reducir el burnout, medido como
despersonalización
•
las intervenciones en la organización también pueden disminuir los síntomas de estrés y los
síntomas generales
Los autores concluyen afirmando que existe evidencia de una reducción pequeña, pero
relevante, en los niveles de estrés en los trabajadores sanitarios con las intervenciones dirigidas
directamente a la persona, al interface persona-trabajo y a la organización.
Estos resultados deberían fomentar una política más activa de gestión del estrés en las
instituciones sanitarias pero, antes de que se implementen a gran escala, consideran necesarios
estudios de mejor calidad y mayor dimensión.
Por último, y a pesar del aumento considerable del número de publicaciones científicas sobre el
estrés en el trabajo, es necesario intensificar la investigación en las intervenciones sobre este
tema a nivel de las organizaciones, y en concreto en el área de la oncología.