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Toxicidad renal y vesical

Dr. Josep Manuel Piera Pibernat

Jefe de Servicio. Servicio de OncologíaMédica.

Hospital Donostia de San Sebastián. Guipúzcoa

Los enfermos oncológicos pueden presentar diversas complicaciones renales o vesicales, debidas

tanto a la enfermedad como a los tratamientos administrados. En este capítulo se revisan, desde

una perspectiva práctica, los problemas causados por los fármacos más empleados en oncología.

Se repasa la patogenia de la nefrotoxicidad, su repercusión clínica y analítica y, especialmente, su

tratamiento y prevención.

La función renal depende, esencialmente, del estado de hidratación y perfusión corporal. Algunos

de los procesos que sufren los enfermos oncológicos provocan una reducción en la ingesta de

líquidos (mucositis, disfagia), o bien un incremento en las pérdidas (emesis, diarreas, hemorragias).

En ocasiones disminuye la perfusión renal por un estado de shock, o se produce un secuestro de

fluídos (insuficiencia cardíaca congestiva, edemas, ascitis). Otras veces se compromete la función por

el depósito de elementos propios del organismo (hipercalcemia, proteínas de Bence Jones), o por

infiltración u obstrucción tumoral de las vías urinarias. Por último, y en especial, el riñón puede verse

afectado por la acción directa de los medicamentos.

Muchos citostáticos y sus metabolitos activos se excretan total o parcialmente por vía renal y pueden

afectar, según el producto de que se trate, a diferentes estructuras: el glomérulo, el túbulo proximal

o distal, el intersticio e incluso la microvascularización del riñón. De la misma forma, algunos

medicamentos o sus metabolitos pueden provocar complicaciones a nivel de las vías urinarias,

fundamentalmente en la vejiga, porque es allí donde permanecen durante más tiempo en contacto

con el urotelio.

TOXICIDAD RENAL DE LOS CITOSTÁTICOS

Cisplatino

El cisplatino es uno de los fármacos antineoplásicos más usados, que tiene como inconveniente

una marcada nefrotoxicidad. Se excreta por vía renal en >90%, provocando un daño directo en el

epitelio tubular proximal y distal que lleva a una necrosis tubular aguda. El daño tubular aumenta

si se administran simultáneamente otros agentes nefrotóxicos (ej: aminoglucósidos, anfotericina

B, aciclovir, ciclosporina o contraste yodado).