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Cuidados

Continuos

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¿EXISTEN BARRERAS PARA UTILIZAR EL HUMOR Y LA RISA?

Sí, muchas y variadas. Vergüenza, rechazo, ansiedad, miedo, preocupación, críticas. La lista

es larga y empezó cuando éramos jóvenes. Aprendimos a vivir en el Imperio de la Seriedad

donde reír era algo malo y significaba ser inmaduro. Ya de adultos estos inhibidores continúan

actuando. Existe la idea ampliamente aceptada de que lo serio y lo cómico son mutuamente

excluyentes. La vida está llena de frenos para la risa, pero uno de ellos la inhibe con más

celeridad que los otros. Realmente podemos decir que, al igual la belleza está en los ojos del

que la ve, el humor se halla en la mente del que lo percibe. A menudo procuramos no decir o

hacer algo gracioso porque tememos parecer poco formales. Incluir el humor en el contexto

de una situación seria se conoce como frivolidad. Las convenciones parecen excluir a lo cómico

de cualquier ocasión verdaderamente seria. La mayoría de los profesionales están de acuerdo

en que el sentido del humor de hecho es una buena medicina, pero es difícil concretar de

forma exacta cuando podemos y debemos utilizarlo como facilitador del proceso terapéutico.

Tenemos miedo a ser malinterpretados, a parecer vulgares en lugar de unos profesionales

serios y sesudos. Esta circunstancia hace que nuestros intentos de utilizar el humor en

situaciones difíciles se vean contenidos ante la incertidumbre del resultado. Nosotros mismos

somos el principal obstáculo para una mayor cantidad de risas en la vida. Mucha gente cree

que la risa es espontánea, y en consecuencia considera que no se puede hacer nada para

que se produzca. Sí, es espontánea, pero aun así podemos preparar el escenario para que

aparezca. Podemos estimularla o desanimarla, estar abiertos a ella o cerrarnos en banda.

En un reciente trabajo se demuestra que una risa forzada afecta emocionalmente el estado

anímico. Se analiza en 17 participantes el estado de ánimo antes y después de una risa forzada

y se comprueba que después de la intervención hay una mejora a pesar de que el estado inicial

ya era positivo. Es importante recordar que se encuentra lo que se busca y se recoge de lo que

se siembra. Si buscamos sonrisas las encontraremos. Un proverbio francés (Champort) dice:

“El día más perdido es aquel en el que no hemos reído”

. El peor enemigo del humor y de la risa no

es el dolor, las enfermedades, las desgracias personales, la mala suerte ni el aciago destino,

sino eso que alguien llamó la “seriedad del burro”. Nada nos vuelve más pesados y torpes que

creernos importantes

15

.

¿PUEDE SER INADECUADO EL HUMOR?

Sí, depende de la oportunidad, del momento, de la circunstancia, de la persona y de nuestra

habilidad personal. Existe una palabra acertada para designar la inserción inadecuada del humor

en una situación seria: frivolidad. Antes de utilizarlo hay que asegurarse de que es elegante,

conveniente y oportuno. No se pueden aliviar las preocupaciones de otra persona sin ser prudente

en la utilización del humor. Normalmente la dosis debe ser pequeña y nunca con pauta horaria.

Sólo una pequeña línea separa el humor elegante, conveniente y oportuno del que no lo es. Lo

que divierte a una persona puede ofender a otra. La utilización del humor requiere inteligencia,

experiencia y buen conocimiento del ambiente cultural en el que nos movemos. Siempre existe

algún riesgo cuando se recurre al humor. Hay dos razones para no utilizar los chistes como

principal recurso humorístico. La mayoría de nosotros no sabemos contar los chistes bien,

además, algunos son francamente ofensivos. Algunos, con frecuencia, ridiculizan, molestan,

insultan y degradan. Es necesario ser un experto para utilizar con éxito este recurso humorístico.

También existe el humor maligno definido por la ironía. Es la burla fina y disimulada dirigida a los

demás. En la

tabla 1

recogemos las diferencias de valores entre humor e ironía.