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MANUAL SEOM DE PREVENCIÓN Y DIAGNÓSTICO PRECOZ DEL CÁNCER 57 Capitulo 6. CONSUMO DE ALCOHOL JORGE APARICIO URTASUN Jefe de Sección. Servicio de Oncología Médica. H. U. y Politécnico La Fe. Valencia ROBERTO DÍAZ BEVERIDGE Médico Adjunto. Servicio de Oncología Médica. H. U. y Politécnico La Fe. Valencia ALEJANDRA GIMÉNEZ ORTIZ Médico Adjunto. Servicio de Oncología Médica. H. U. y Politécnico La Fe. Valencia 1. INTRODUCCIÓN Desde hace años se reconoce el consumo de alcohol como uno de los principales responsables de patología y mortalidad en el hombre 1 . Como factor de riesgo modificable, la reducción de su uso es crucial para guiar la política sanitaria tanto en términos de prevención primaria y secundaria, como en la gestión de los sistemas de salud 2 . El cáncer se incluye entre las enfermedades parcialmente atribuibles al alcohol. La Agencia International para la Investigación del Cáncer (IARC) ha descrito los efectos carcinógenos del etanol (el principal carcinógeno de las bebidas alcohólicas) y sus metabolitos 3 . Específicamente, la evidencia biológica, animal y epidemiológica ha llevado a incluir al alcohol en el grupo 1 (el nivel más alto) de la clasificación de agentes carcinógenos para el hombre. Existen suficientes pruebas procedentes de estudios animales y epidemiológicos para concluir que el consumo de alcohol juega un papel causal en el desarrollo de los carcinomas escamosos de la cavidad oral, faringe, laringe y esófago (estos tumores presentan la mayor evidencia disponible) y en los cánceres de hígado, colon, recto y mama femenina 4 . También hay evidencia de una probable relación con los cánceres de estómago y páncreas. Sin embargo, su papel en el desarrollo de otras neoplasias (riñón, tiroides, próstata, ovario, endometrio y linfomas) es incierto. Globalmente, la carga de incidencia y mortalidad por cáncer atribuible al alcohol es elevada. Sin embargo, las estimaciones actuales son limitadas debido a la imposibilidad de incorporar en estos modelos la latencia biológica que, para muchos tipos de cáncer, supera los 20 años. 2. MECANISMOS DE CARCINOGÉNESIS Hay varias vías biológicas por las que el uso de alcohol puede aumentar el riesgo de cáncer. El mecanismo exacto es a menudo desconocido y probablemente varía en función de la localización tumoral 5 . 1) La principal vía es a través del metabolismo del etanol hacia su carcinógeno, el acetaldehído, que forma aductos con el ADN. Existen al menos otras cuatro vías potenciales: 2) el alcohol puede alterar el metabolismo del carbono mediante la inhibición de la absorción de folato, lo que conduce a concentraciones elevadas de homocisteína, y la inhibición de la enzima metionina sintetasa del ciclo del folato y de las enzimas de transmetilación metionina adenosiltransferasa y ADN metiltransferasa; 3) también puede afectar los niveles séricos de hormonas y vías de señalización relacionadas, lo que aumentaría el riesgo de cáncer de mama y posiblemente de próstata, ovario y endometrio; 4) puede llevar a alteraciones en los niveles séricos del factor de crecimiento similar a la insulina (IGF), aunque esta relación es compleja y relacionada con el tipo de consumo (agudo o crónico); 5) por último, el alcohol tiene una fuerte interacción con el consumo de tabaco, particularmente en términos de sus efectos carcinógenos sobre la cavidad oral y el esófago; aquí actúa como solvente de los carcinógenos del tabaco. Se ha observado que el riesgo de desarrollar cáncer para niveles crecientes de consumo medio diario de alcohol (medido en gramos de alcohol puro por día, g/d) se incrementa de forma lineal en una escala exponencial. Sin embargo, la magnitud de este riesgo varía según el tipo de cáncer. Tanto el consumo agudo como crónico incrementan los niveles de estrógenos circulantes y disminuyen los de andrógenos en hombres y mujeres. No se ha detectado un umbral para los efectos del alcohol en el riesgo de cáncer. Especialmente para el cáncer de mama, hay amplia evidencia de sus efectos incluso con niveles bajos de consumo 6 . Además, no hay actualmente datos epidemiológicos suficientes para evaluar si el patrón de consumo modifica el riesgo de cáncer de mama. Sin embargo, sólo el consumo intenso (y no moderado) se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer de próstata, lo que sugiere una vía alternativa a la simple exposición a andrógenos. Se ha demostrado que la relación de riesgo entre alcohol y cáncer se ve modificada por variaciones genéticas en las vías metabólicas del carbono y del etanol– acetaldehído. En particular, las variantes genéticas en el gen del aldehído dehidrogenasa 2 afectan la relación de riesgo en los cánceres de esófago y cavidad oral 7 . Las dietas pobres en frutas y verduras parecen potenciar el efecto carcinógeno en los carcinomas escamosos del área otorrinolaringológica mediante la depleción de antioxidantes y otras sustancias, como la vitamina A, de los depósitos hepáticos por el alcohol. Para el riesgo de hepatocarcinoma, se ha sugerido un efecto modesto del alcohol que parece ser potenciado de forma sinérgica por la infección por virus de la hepatitis. Por el contrario, no hay evidencia suficiente para afirmar que la cirrosis etílica per se aumenta el riesgo de cáncer.

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